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Las Fuerzas Armadas y la prevención de Riesgos Laborales

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Sobrevivir al apocalipsis zombi. Cuando pensar se convierte en un peligro

Las Fuerzas Armadas y la prevención de Riesgos Laborales

El reciente suceso luctuoso acaecido en Cerro Muriano, con la consecuencia de dos fallecidos por ahogamiento, lleva a muchos a cuestionar los protocolos de adiestramiento y actuación de las Fuerzas Armadas.

las más de las veces, estas opiniones frívolas se hacen desde la absoluta ignorancia e incluso palpable estupidez que arroga la primacía de los dogmas ideológicos, y el odio visceral que los sostiene, sobre la razón y la lógica.

Como Oficial de Complemento entre mis cometidos tuve encomendados durante muchos años el de Oficial de “Seguridad Operativa”.

De hecho mis inicios en tales tareas coincide con el comienzo de su implantación en el Tercio de Armada, allá por 1998, donde estaba destinado en su Grupo Logístico de Combate.

Durante 14 años de ejercicio como Oficial de Seguridad Operativa, pude ver y valorar la evolución del concepto, y su implantación en la Armada a través de los programas “SEGOP”, probablemente uno de los mejores modelos de gestión de riesgos laborales en España, si no es el mejor de ellos.

No es de extrañar, si uno tiene en cuenta la diversidad de riesgos a los que puede estar sometido el personal de la Armada en la gran variedad de destinos tanto embarcados como en tierra, incluyendo su componente Aeronaval o su Cuerpo de Infantería de Marina.

Y es que si algo distingue a las Fuerzas Armadas es la elevada exposición a riesgos que supone su actividad, tanto en las rutinas de trabajo como en sus actividades de adiestramiento, tal y como ha sido el caso reseñado.

Esto es así porque para estar listos para poder un día realizar sus cometidos de combate con plena eficacia, se requiere un elevado nivel de preparación y alistamiento, especialmente en los exigentes, diversos y complejos  escenarios de la guerra moderna.

Ello supone crear condiciones extremas tanto físicas como mentales que habitúen y capaciten al personal para poder actuar ante cualquier amenaza presente o futura.

Para ello no solo es necesario operar en presencia de elevados riesgos, sino incluso en muchos casos crear esos escenarios de riesgo y presión física y psicológica, y a veces llevarlos al limite de la resistencia humana.

Sin embargo, una demostración de hasta qué punto son eficaces los programas de Seguridad Operativa en las Fuerzas Armadas es precisamente el bajo número de accidentes mortales que acaecen, especialmente si se compara con el volumen de actividades de riesgo que se desarrollan.

Para ello no hay más que considerar que 832 trabajadores murieron en 2022 en el sector civil como consecuencia de accidentes laborales, por cierto, la mayoría varones.

Pero hay  que tener en cuenta que sólo una parte de los puestos de trabajo del sector civil están sometidos graves riesgos que razonablemente puedan amenazar su vida.

Por otro lado las Fuerzas Armadas esta formadas por unos 160000 miembros, 145000 militares, de los que un elevado porcentaje desempeña destinos con elevados riesgos de accidente.

Es difícil encontrar datos suficientemente detallados para estudiar adecuadamente la mortalidad en acto de servicio.

Sin embargo de las estadísticas oficiales del año 2022 se puede concluir que dicho año hubo 6 fallecidos, 3 en accidente de trafico y 3 en actividades deportivas. Asimismo en los últimos 10 años habrían fallecido en acto de servicio 72 militares. No pudiendo determinarse cuales de ellos lo fueron por accidente y cuales por problemas médicos, como infartos y muertes súbitas, ajenos a preventiva de riesgos laborales.

Se estima una probabilidad de 1 muerte súbita anual en la vida civil por cada 50000 deportistas activos, con lo cual 3 fallecidos al año en un colectivo de 145000 militares, de las que un elevado porcentaje practica ejercicio físico de alto nivel diariamente como parte de su profesión  no parece desviarse de la norma.

Además de esa estadística de fallecidos en accidentes hubiera de descontar los 26 fallecidos en accidentes aéreos, dada la especial idiosincrasia de dicho riesgo que afecta a una minoría del personal y que deben ser tratados a parte por ello.

Por tanto si asumiéramos por lo bajo una media de 2 fallecidos por actividad física anual en lugar de los 3 acaecidos en 2022, para reducir a la insignificancia el riesgo estadístico de error, se descontaran los 26 fallecidos en accidentes aéreos, y no se considerase el hecho de que se contabilicen también los fallecidos en su destino por paro cardíaco o muerte súbita natural, en los últimos 10 años seria razonable estimar que ha habido bastante menos de 30 fallecidos en accidentes.

Además la experiencia indica que la mayor causa de los accidentes mortales son los accidentes de trafico, y sólo un pequeña parte se debe a armas, explosivos, uso de maquinaria y equipos, o maniobras y ejercicios, a pesar de los extremos riesgos a los que muchas veces de deben ver envueltos los militares en su actividad profesional.

Ello daría una tasa de accidentes mortales por debajo en cualquier caso de los 2 casos por 100.000 miembros de las FAS y año, frente a los 4 casos por cada 100.000 trabajadores en la vida civil, a pesar de la muy superior exposición a riesgos y peligros, a veces extremos a los que se ven sometidos los militares en su actividad profesional.

Esto es consecuencia evidente de los altos estándares de excelencia en los que se desarrolla la actividad militar y la disciplina que impera en sus filas.

Sin embargo esto no debe ser excusa para la complacencia ni justifica o mitiga el hecho de que 2 militares hayan muerto en acto de servicio por no cumplirse la normas de seguridad exigidas. Todo lo contrario.

Tan inaceptable como reducir las exigencias que implica el adiestramiento, para evitar los riesgos que ello impone, lo es no poner todos los medios necesarios para evitar que estos finalmente se puedan materializar, y muy especialmente no seguir los protocolos de seguridad establecidos para ello.

Sin embargo, quienes pretenden instrumentalizar tan dramático y indeseable hecho para descalificar y cuestionar el prestigio de la Fuerzas Armadas evidencian su falta de moralidad y principios.

Lo que si debería ser motivo de vergüenza, oprobio y reflexión, por parte de quienes se arrogan desde el sectarismo ideológico la defensa de los trabajadores, y por catecismo dogmático el odio y critica visceral a la Fuerzas Armadas, es por qué mueren en España mas de 800 personas en accidentes laborales.

Si la Fuerzas Armadas son capaces de reducir al mínimo los riesgos de accidente a pesar de las condiciones extremas de su actividad, hubiera que preguntarse por qué en la vida  civil no se logran semejantes niveles de excelencia en la prevención laboral.

La respuesta en realidad es evidente, aunque la mayoría no quiera verla, muy especialmente los empresarios, cegados en el cortoplacismo de reducir costes y tan sólo preocupados de cumplir por la mínima la legalidad. A veces ni eso. Todo ello junto a la bajísima cualificación de los prevencionistas civiles, y de los cursos de formación que se imparten para el ejercicio  civil de dicha profesión.

Pero pero que ello da para otra próxima entrada de este blog.

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Quien no quiere pensar es un fanático
Quien no puede pensar es un idiota
Quien no se atreve a pensar es un cobarde

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